Aún en las sociedades más desarrolladas existe un sentimiento de discriminación para aquellos individuos que se diferencian por algunas características de la mayoría de sus integrantes. En nuestro país, las personas con diabetes _y aunque cueste creerlo_ también forman parte de los individuos discriminados.
En nuestro país ha aumentado el número de diabéticos en los últimos años y continuará en ascenso. Actualmente, la cifra alcanza el 5% del total de la población nacional. Cabe preguntarse, por qué cada día son más los casos de discriminación en personas que padecen esta enfermedad. Quizás la escasa tolerancia existente por parte del gobierno, de la empresa privada, de instituciones de previsión social y de salud, y en general, de la sociedad en su conjunto, contribuyan a aumentar la discriminación en este tipo de personas.
La discriminación por parte de quienes la practican se basa en argumentos tales como el riesgo de una potencial hipoglicemia en quienes conducen vehículos que transportan pasajeros o carga pesada y peligrosa u/o maquinarias, en mayor ausentismo por controles médicos o descompensaciones, en menor rendimiento físico vinculado a desequilibrios metabólicos o, incluso, en argumentos basados en falta de información relacionados con la ceguera u otras complicaciones invalidantes. En consecuencia, de esos posibles riesgos el diabético suele consultar con mayor frecuencia al médico, y por lo tanto, sigue y adhiere un adecuado tratamiento en su diabetes.
Discriminación disfrazada
Roxana Cruz tiene 35 años, es Arsenalera Quirúrgica y actualmente se encuentra cesante. Diabética tipo 1 desde los 7 años, fue discriminada por su condición, al declarar su enfermedad en la entrevista de selección para trabajar en un conocido laboratorio farmacéutico de Santiago. Sin embargo, es de prescripción médica llevar una adecuada dieta y un buen autocontrol para lograr tener una buena calidad de vida, por lo tanto, “si uno lleva una diabetes bien cuidada no tiene porque tener ningún problema. Además uno puede hacer de todo y funcionar completamente normal”. La única explicación que se le dio por no otorgarle el trabajo fue “que necesitaban gente sana y yo era diabética”, señala Roxana.
A pesar de lo establecido en la Constitución Chilena, existe temor a la discriminación por parte de los diabéticos y a no ser aceptados por esta condición, por lo que terminan ocultando su enfermedad.
“En el momento de buscar trabajo, si no me lo preguntan no lo digo, para que me voy a arriesgar a que me discriminen antes de ser seleccionada”, sostiene Verónica Ide, Secretaria Ejecutiva y diabética tipo 1 hace 11 años. Actualmente tiene 47 años de edad y fue víctima de prácticas discriminatorias cuando se desempeñaba como vendedora en una Compañía de Seguros, ya que “les toman un Seguro a los empleados y a su familia y a mí me lo rechazaron por ser insulino-dependiente”, agrega Verónica.
Existen situaciones en que la discriminación puede cobrar mayor importancia. Se trata de adolescentes que practican deportes de alto rendimiento y de personas que se desempeñan en empresas ocupando cargos donde se privilegia la “competitividad”, la exigencia y la perfección.
En el colegio
“Es super penoso que desde tan chico te discriminen y te empiecen a poner problemas y restricciones. A mi hijo, los primeros días no lo dejaban practicar actividad física porque la profesora pensaba que por ser diabético no podía hacerlo, entonces, yo le expliqué todo lo contrario, que él tenía, con mayor razón, hacer deporte”, sostiene la madre de Francisco, quién con sólo 5 años de edad, ya fue discriminado en su colegio.
En nuestro país, las asociaciones constituidas por pacientes y familiares luchan tenazmente por tratar de crear conciencia frente a este tema, pues la principal causa de discriminación en la diabetes es la ignorancia. Estas entidades también se esfuerzan por lograr la aplicación de normas legales tendientes a evitar que en el ámbito público y privado, laboral o estudiantil, e incluso en el de salud, se impida o se excluya el ingreso de personas por el sólo hecho de ser diabéticos. Con el fin de suplir la ignorancia existente en el colegio, Angélica, la madre de Francisco, llevo guías y manuales para los profesores, además pidió a un especialista que fuera a dar una charla educativa en el colegio para que explicase en que consiste esta enfermedad y así poder resolver las dudas y preguntas de alumnos y profesores.
También es conveniente reflexionar acerca de los sentimientos y actitudes de “autodiscriminación” que llevan al diabético a ocultar su enfermedad por miedo a ser rechazado laboral, académica y socialmente. Según, Iván Yupanqui, estudiante de quinto semestre de Sociología e insulino-dependiente desde los 5 años, cuenta que, “antes, cuando estaba en el colegio, a veces, yo no iba a las actividades extraprogramáticas y hoy he dejado de hacer cosas por sentir miedo al rechazo, al aislamiento y a la reacción que puedan tener los demás”.
Es necesario que los padres de niños diabéticos elaboren un informe claro sobre la situación real de su hijo. Esta declaración debiera contener una información precisa y concisa sobre las características y el tratamiento de la diabetes, las pautas destinadas a evitar o tratar una eventual hipoglicemia, los números telefónicos de los familiares más cercanos y otros datos que permitan comprender mejor la afección del niño para facilitar su integración escolar. Esta información es un requisito indispensable para que tanto los profesores, como las autoridades del establecimiento educacional, acepten y colaboren con las pautas regulares de control y tratamiento. Un ejemplo es el monitoreo de la glicemia a practicar por el alumno o por su profesor.
La discriminación sufrida por Francisco y su familia se hizo evidente cuando las autoridades del colegio le exigieron a Angélica la contratación de una Unidad de Emergencia porque de lo contrario tendría que cambiar a su hijo de escuela, “El niño se dio cuenta y me preguntaba ¿Mamá me voy a tener que ir del colegio porque soy diabético? y me sentí pésimo, pero tampoco podía retirarlo a esas alturas”, agrega la mamá de Francisco.
Similar a la situación vivida por Francisco fue la experimentada por Iván, quién también se sintió discriminado en su colegio, ” mis compañeros creían que yo no podía hacer nada por ser diabético. Las personas te ven como extraño, creen que uno no puede hacer las mismas cosas que ellos, te catalogan como discapacitado” indica Iván. La diabetes, pese a ser, una patología crónica no es considerada por el Ministerio de Salud, como una enfermedad invalidante, ni mucho menos discapacitante. Los sujetos reaccionan de esta manera porque “son ignorantes, no saben de qué se trata está enfermedad”, señala el joven universitario.
En ocasiones, la discriminación puede provocar angustia, inseguridad, baja autoestima, e incluso, puede causar una depresión severa. “Cuando me discriminaron sentí varias cosas, una mezcla de pena y de rabia. Tenía ganas de rebelarme contra la enfermedad, de no aceptarla, de no querer ser diabético”. Para Iván, “es charcha (sic) porque las personas, en general, te hacen sentir que estás mal”. Y agrega, “Muchas veces, he sentido un poco de miedo a ser rechazado, al aislamiento y a la reacción de los demás”.
Por otro lado, la intolerancia social puede llevar al afectado a un estado de aislamiento y automarginación del entorno social, ocasionado por algún tipo de discriminación causando, en ocaciones desequilibrios emocionales.
Diabetes Discriminación Laboral
“A mí me discriminaron indirec-tamente, cuando un día mi jefe me señaló que sería bueno que me quedara en mi casa y me dijo: ojalá que presentes tu renuncia. Frente a eso qué iba hacer yo, ellos tampoco querían pagarme el mes de aviso.” confiesa Verónica Ide.
Estos son sólo ejemplos de prácticas de este tipo que son utilizadas por algunos empleadores para rebajar costos, tanto de indemnización, como de acusaciones y denuncias por discriminación laboral. En el fondo, ésta es una forma disfrazada de discriminación que lleva al empleado a “automarginarse”, es decir, es la propia víctima la que decide apartarse de una situación que la daña tanto emocional, como físicamente, quitándole fuerza para luchar a favor de sus derechos.
“Ahora, si me preguntan si tengo alguna enfermedad, yo no lo digo. No sé si será bueno o malo negarlo, pero a mí no me quedó otra”, indica Roxana. La discriminación laboral sufrida por ella y por muchas otras personas, hace que la mayoría de los diabéticos tiendan a ocultar o incluso, a negar su enfermedad por miedo a perder el trabajo o a no ser aceptado en él, a ser rechazado socialmente y lo que es peor todavía, a ser discriminado en los planes e instituciones de salud.
Ejemplo positivo
No todo es tan negro como se ve. Existen algunos casos dignos de imitar como el de Miguel Alarcón con su jefe, quién lo ha apoyado durante mucho tiempo. Miguel fue diabético tipo 2 en un primer momento y luego pasó a ser insulino-dependiente. Actualmente se desempeña como rondín y portero de una empresa y señala:
“Mi patrón se ha portado de una forma extraordinaria conmigo. Ha estado siempre preocupado por mí y mucho más, desde hace tres meses atrás cuando estuve grave”, señala Miguel.
Hoy a sus 43 años dice tener una suerte única con su empleador porque “cuando he necesitado a mi patrón, él me ha ayudado y eso no lo hace cualquiera”, reconoce que sí se sintió discriminado en el Servicio de Salud de su comuna, al contrario de la Asociación de Diabéticos de Chile, ADICH, “donde yo me atiendo y he recibido un buen trato y le recomiendo a todos los diabéticos que se atiendan ahí porque en ese lugar se van a sentir acogidos”, puntualiza Miguel.
La actual reforma laboral fortalece el principio de no discriminación en el empleo y la vigencia de derechos constitucionales al interior de la empresa. Esta modificación reconoce que la dignidad de cada trabajador no puede ser sobrepasada por la normativa interna de la empresa bajo ningún pretexto, toda vez que ésta tenga su fundamento no sólo en la Constitución Política de la República, sino que en normas más básicas de respeto y convivencia humana.
Según Ricardo Solari, Ministro del Trabajo señala que la Reforma Laboral promueve la no discriminación laboral, donde se asume la definición de prácticas discriminatorias contenida en el convenio número 111 de la Organización Internacional del Trabajo, (OIT), ratificado por Chile. Además, se establece expresamente que quienes sean víctimas de situaciones de discriminación tendrán derecho a recurrir a los tribunales laborales demandando indemnización por daños, incluídos los morales que haya podido causarles.
Si estas situaciones se siguiesen practicando sin limites, tal vez llegarían, incluso, a afectar la dignidad y los derechos básicos de toda persona. Es por eso, que hacemos un llamado a reflexionar y a tomar conciencia de estos hechos que aumentan, día a día, y que nos hace vivir y desarrollarnos en una sociedad enferma e intolerante frente a las diferencias, tanto físicas, como espirituales.
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