Ante el diagnostico de dislipidemia en la diabetes en primer lugar se llevará a cabo una historia clínica en donde se especificará toda una serie de aspectos de interés la evaluación del paciente, entre esta información deberá constar cuando se iniciaron los trastornos, los hábitos dietéticos, fármacos que han podido afectar de manera adversa el metabolismo de las lipoprotos previos para disminuir la hiperlipemia.
Herencia y genética en la dislipidemia en la diabetes
Se deberá hacer un interrogatorio para poder evidenciar cualquier síntoma o signo clínico de enfermedad cardiovascular o manifestación referente a la arterioesclerosis.
La sospecha de dislipidemia familiar se debe de confirmar con una historia familiar correctamente cumplimentada y la presencia de xantomas o xantelasmas.
Entre los signos que se observan infrecuentemente asociados a las dislipidemias, tenemos la retinitis pigmentaria y los xantomas eruptivas típicos de las hipertrigliceridemias severas, en la hiperlipidemia tipo III se describen xantomas palmares tuberoeruptivos.
Finalmente, se deben excluir las causas secundarias y factores agravantes en las alteraciones de las lipoproteínas, ya que éstas suelen responder favorablemente a normas específicas.
La “National Cholesterol Education Panel” (NCEP) recomienda para detectar la existencia de dislipidemias en la población general, la práctica de los niveles de colesterol plasmático sin estar en ayunas.
En pacientes diabéticos tipo II, esta medida no es suficiente ya que puede proporcionar un elevado número de falsos negativos, por ello en la diabetes tipo II, donde las anomalías lipoproteicas frecuentes ocurren en las fracciones de VLDL y HDL, se debe pedir un perfil de lipoproteínas completo y previo a un ayuno de 12 horas.
Antes de confirmar o excluir una dislipemia se recomienda la práctica de dos perfiles lipídicos.Una muestra de suero guardado a 4 °C puede presentar una capa amarillenta como si fuera crema, este dato confirmara la existencia de quilomicrones.
Estudios más complejos y sostifisticados requieren el empleo de un laboratorio más tecnificado para poder determinar la concentración de apoproteínas mediante técnicas de ultracentrifugación.
Los protocolos de la NCEP recomiendan el inicio de un tratamiento en aquellos sujetos que presentan un nivel plasmático de LDL-C de > 160 mg/dl (>4,2 mM) y sin otro factor de riesgo o de> 130 mg/dl (> 3,4 mM) acompañado de CC o dos factores importantes de riesgo (sexo masculino, historia familiar de CC prematura, tabaquismo, hipertensión, diabetes mellitus, disminución del HDL-C, obesidad o evidencia de enfermedad cerebrovascular o vascular periférica).
Muchos pacientes diabéticos tipo II presentan un cuadro de riesgo suficientemente importante para que sean catalogados de alto riesgo.
Además, en los pacientes diabéticos las mediciones del LDL-C pueden subestimar el verdadero número de las partículas LDL debido a sus anomalías estructurales.
Por este motivo, los pacientes de alto riesgo que presentan valores bajos del LDL-C también requieren un tratamiento, especialmente cuando VLDL-C está aumentado y HDL-C disminuido.
Aunque no existan criterios terapéuticos por los niveles de lipoproteínas (LDL y VLDL), valores de triglicéridos > 200 mg/dl (>2,26 mM) y niveles de HDL-C <35 mg/dl (<0,91 mM) se debe impartir un tratamiento a los pacientes con diabetes, mayormente aquellos de riesgo elevado.
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